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Cómo aprovechar al máximo la gracia de Dios

La enseñanza predominante en los Estados Unidos hoy en día dice que todo lo que Dios quiere para tu vida sucederá porque todos tenemos la misma gracia. Pero eso no es lo que dice la Palabra de Dios. Dios puso en la tierra a personas que traen algo del cielo. Todos tienen acceso a la gracia de Dios… pero requiere de una acción voluntaria.

No todos operan en el mismo nivel de la gracia de Dios. Tendrías que ignorar el libro de Ezequiel para creer lo contrario. La Biblia habla del río sobrenatural que fluía hasta los tobillos, hasta las rodillas, hasta la cintura y por encima de la cabeza (Ezequiel 47:3-5).

Entonces, ¿cómo maximizas la gracia de Dios que fluirá día y noche? Quiero usar la Biblia para mostrarte cuatro maneras en las que puedes aprovechar al máximo la gracia de Dios.

Reconoce la hora de tu visita

Lucas 19:44 dice: «Te aplastarán contra el suelo, y a tus hijos contigo. Tus enemigos no dejarán una sola piedra en su lugar, porque no reconociste cuando Dios te visitó» (Nueva Traducción Viviente).

La gente veía a Elías como un alborotador de Israel. Algunas personas identifican erróneamente el momento de su visita como un enemigo, mientras que otras son indiferentes. En la historia más reciente, la gente veía a hombres como Lester Sumrall y Smith Wigglesworth como causantes de problemas. No fue hasta que dejaron esta tierra que se convirtieron en héroes. Si no tienes cuidado, cometerás el mismo error y creerás que todos los grandes hombres de Dios están muertos y desaparecidos.

Como Dios dijo en Su Palabra, Él nunca deja a ninguna generación sin un testigo:

Aunque jamás dejó de dar testimonio de sí mismo haciendo el bien, dándoles lluvias del cielo y estaciones fructíferas, llenando los corazones de ustedes de sustento y de alegría. (Hechos 14:17, Reina Valera Actualizada).

Cuando Jesús convirtió el agua en vino, el maestro de ceremonias comentó:

«Todo hombre sirve primero el buen vino y, cuando ya han tomado bastante, entonces saca el inferior. Pero tú has guardado el buen vino hasta ahora» (Juan 2:10, RVA-2015). Los hombres y mujeres que Dios reservó para esta generación en estos últimos días harán obras aún más grandes que los que les precedieron.

Joel 2:28 y Hechos 2:17 nos dicen lo que sucederá en los últimos días. En medio de todo lo negativo que está ocurriendo en el mundo, Dios va a derramar Su Espíritu sobre toda carne. Dios está levantando la Iglesia más fuerte jamás vista en los 2000 años de historia de la Iglesia.

Dios no les concede gracia a las personas para que puedan presumir de ella. La gracia es impartible. Las cosas del Espíritu se revelan a quienes las escuchan.

 

2. Honra a los hombres de Dios.

La Biblia nos enseña a honrar a los hombres de Dios.

El que recibe profeta en nombre de profeta, salario de profeta recibirá; y el que recibe justo en nombre de justo, salario de justo recibirá. (Mateo 10:41, Biblia del Jubileo).

Si no recibes a un profeta en nombre de profeta, perderás la recompensa que Dios les envió para darte. Considera a los hombres de Dios como personas a quienes Dios ha bendecido con un don para entregar a su generación. Entonces, podrás recibir de ellos.

3. Comprende las diferencias entre los hombres de Dios.

Pero también algunos de los judíos, exorcistas ambulantes, se pusieron a invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos, diciendo: —¡Les conjuro por el Jesús que Pablo predica! Eran siete hijos de un tal Esceva, un judío, principal de los sacerdotes, los que hacían esto. Pero el espíritu malo respondió y les dijo: —A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero ustedes, ¿quiénes son?  Y el hombre en quien estaba el espíritu malo se lanzó sobre ellos, los dominó a todos y prevaleció contra ellos, de tal manera que huyeron desnudos y heridos de aquella casa. (Hechos 19:13-16, RVA-2015).

Es posible que esos hombres supieran las palabras correctas a declarar, pero no había poder detrás de ellas. Los demonios lo sabían. No solo se negaron a salir, sino que golpearon a los hombres y los echaron.

4. Haz tu parte para recibir.

Según Marcos 6, es posible que Dios venga a un lugar con el deseo de hacer obras poderosas, pero si la gente rechaza a Su mensajero, Él no puede actuar como quiere. El diablo no puede detener a un hombre de Dios. Lo único que puede hacer es lo que le hizo a Jesús. El diablo no puede detener el flujo de la Palabra de Dios, solo puede hacer que menosprecies al mensajero.

Mientras él me hablaba, entró en mí el Espíritu y me puso sobre mis pies, y oí al que me hablaba. (Ezequiel 2:2, RVA-2015).

La mejor manera de recibir impartición es evidente en el ministerio de Jesús. Jesús enseñó, luego predicó y luego sanó. En Hechos 14, el hombre que era cojo de nacimiento escuchó predicar a Pablo. Cuando Pablo se fijó en él, se dio cuenta de que tenía fe para alcanzar la sanidad. La fe es una fuerza espiritual. Dios no determina lo que recibes; tú lo haces. Él ha puesto la mesa para todos. Si quieres sentarte y ver cómo comen los demás, eres libre de hacerlo, pero si quieres acercarte al bufé hasta que el gerente te eche, dependerá completamente de ti.

La Biblia dice que Dios «no hace acepción de personas» (Hechos 10:34). Eso significa que lo que Él hará por mí, lo hará por cualquiera. Escuchar la Palabra de Dios es algo gratuito. Los dones de Dios no se pueden comprar, pero se pueden recibir. El precio que pagas por recibirlos es el hambre y la sed. V

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