Sométete a una auditoría espiritual
¿Cuánto tiempo pasas pensando en el dinero? Probablemente más de lo que te gustaría admitir. Quizás te sorprenda, pero, a lo mejor es más de lo que Dios quiere que pienses al respecto. Dios quiere que usemos el dinero como una herramienta para bendecir a los demás, al tiempo que lo pongamos al fondo de la lista de prioridades.
Para muchos, esto requerirá un cambio de mentalidad. Jesús sabía que ese era el caso, y por eso contó una parábola para mostrarnos el propósito del dinero y la prioridad que no debería tener en nuestra vida.
Esa parábola se encuentra en Lucas 16: «Jesús también les dijo a sus discípulos: «Había un hombre rico, que tenía un mayordomo, el cual fue acusado de malgastar los bienes de su amo. Ese hombre llamó al mayordomo, y le dijo: “¿Qué es esto que me dicen de ti? Ríndeme cuentas de tu mayordomía, porque no puedes seguir siendo mi mayordomo.”» (versículos 1-2).
Este mayordomo obviamente no venía haciendo un buen trabajo con los bienes y el dinero de su rico empleador y, como resultado, recibió una clásica auditoría. Lee los versículos 3-8:
«Entonces el mayordomo se puso a pensar: “¿Qué voy a hacer si mi amo me quita la mayordomía? ¿Cavar la tierra? ¡No soy capaz! ¿Pedir limosna? ¡Qué vergüenza! ¡Ya sé lo que haré! Así, cuando se me quite la mayordomía, seré bien recibido en cualquier casa.” Llamó entonces a cada uno de los deudores de su amo, y al primero le dijo: “¿Cuánto le debes a mi amo?” Aquél respondió: “Cien barriles de aceite.” El mayordomo le dijo: “Toma tu cuenta y, enseguida, siéntate y anota cincuenta.” A otro le dijo: “Y tú, ¿cuánto debes?” Y aquél respondió: “Cien sacos de trigo.” El mayordomo le dijo: “Toma tu cuenta, y anota ochenta.” Y el amo elogió al mal mayordomo por haber actuado con tanta sagacidad, pues en el trato con sus semejantes los hijos de este mundo son más sagaces que los hijos de la luz.»
El empleador elogió a su mayordomo por comprender que podía usar su puesto para prepararse para el futuro. El versículo 9 revela la conclusión: «Aquí está la lección: usen sus recursos mundanos para beneficiar a otros y para hacer amigos. Entonces, cuando esas posesiones terrenales se acaben, ellos les darán la bienvenida a un hogar eterno.» (Nueva Traducción Viviente).
En otras palabras, en la tierra debes usar tu dinero para ser de bendición a los demás e interrumpir sus desgracias. Si lo haces, cuando llegues al cielo, habrá gente que se te acercará, agradecida por haberlos ayudado.
El dinero no es gran cosa
Pero la lección continuó. En el versículo 10, Jesús añadió: «El que es confiable en lo poco, también lo es en lo mucho; y el que no es confiable en lo poco, tampoco lo es en lo mucho.» (énfasis del autor).
¿Lo captaste? Jesús llamó al dinero “lo poco”. Cuando usas tu fe en el área del dinero, estás usando tu fe en el área más insignificante del reino de Dios. El dinero no es gran cosa.
Podrías decir: “¡Es una broma!”… pero ese es el punto, ¿no? Estás llevando algo que cuenta como “poco” al Señor y lo estás haciendo más grande de lo que realmente es. Esto es importante porque Jesús dice que, si no se te puede confiar lo mínimo, es decir, con el dinero, entonces no serás fiel “en lo mucho”.
Jesús lo resumió en los próximos versículos.
«Porque si en el manejo de las riquezas injustas ustedes no son confiables, ¿quién podrá confiarles lo verdadero? Y si con lo ajeno no resultan confiables, ¿quién les dará lo que les pertenece? Ningún siervo puede servir a dos señores, porque a uno lo odiará y al otro lo amará. O bien, estimará a uno y menospreciará al otro. Así que ustedes no pueden servir a Dios y a las riquezas (mammon).» (versículos 11-13).
Servirás a Dios o servirás a Mammon. No hay término medio.
Pero, ¿por qué no dijo Jesús: “No puedes servir a Dios y a las riquezas”? Porque Él está hablando de más que dinero, mucho más. Está hablando del espíritu demoníaco de Mammon que ha estado pasando desapercibido durante siglos. Es un espíritu que se esconde detrás de las normas y los valores de la sociedad.
Mammon es una palabra aramea que significa “riquezas”. Se refiere al nombre del dios sirio de la riqueza y el dinero. En el corazón mismo de la palabra hay una actitud que dice: “No necesitas a Dios. No confíes en Dios. Sé autosuficiente.”
Mammon es responsable del divorcio y el espíritu de división. Fue el responsable de la esclavitud en los EE. UU. Es el responsable de la desigualdad y el racismo.
Mammon quiere gobernar tu vida. Te promete seguridad, importancia, identidad, independencia, poder y libertad, pero, al final, no podrá cumplirlo. Sólo Dios puede proporcionarte esas cosas.
La influencia de Mammon
El espíritu de Mammon está en contraste directo con el Espíritu de Dios.
Dios dice “siembra y cosecha”’. Mammon dice “compra y acumula”.
Dios dice “da y recibe”. Mammon dice “engaña y roba”.
Dios es generoso. Mammon es egoísta.
Mientras que el dinero en sí mismo no es ni bueno ni malo, lo que realmente importa es qué espíritu está influyendo el uso del mismo: el espíritu de Mammon… o el Espíritu de Dios.
Tal cual el mayordomo de la parábola de Jesús, es hora de que hagamos una auditoría espiritual. Pregúntate: ¿Qué es lo que me influye en el uso del dinero? ¿Es Dios, o es el espíritu de Mammon?
Si crees que el dinero puede resolver tus problemas en lugar de Dios, entonces el espíritu de Mammon te ha estado influenciando.
He visto a predicadores celebrar reuniones de avivamiento, no porque Dios les dijera que las hicieran, sino porque necesitaban el dinero. Mammon impulsó esas decisiones.
He conocido a personas dispuestas a explotar a sus amigos si el precio hubiera sido el correcto. Si buscas amistades solo porque crees que te conducirán a mejores oportunidades de negocios o a personas ricas, el espíritu de Mammon está manipulando esas acciones.
Incluso he conocido a personas que se casaron únicamente por la seguridad que les brindaba el dinero. Al igual que Tina Turner, se preguntan: “¿Qué tiene que ver el amor con eso?” Pero, si Jane solo se casa con Harry porque él trae comida a casa, cuando Mammon la abandone, se encontrará en una fosa.
Eso es lo que le pasó al hijo pródigo. Fue impulsado por el espíritu de Mammon y terminó trabajando con los cerdos.
Mammon no está comprometido contigo como sí lo está Dios. Y, cuando Mammon te abandone, volverás en sí, reflexionarás y pensarás: ¿Qué he hecho? ¿Como llegué hasta aquí?
Motívate por el Espíritu
Dios quiere que estemos motivados por Su Espíritu, y no por Mammon.
Hace años, cuando estábamos construyendo nuestra iglesia, nos quedamos sin dinero. La cúpula aún no estaba terminada y Dios me había dicho que la construyera sin deudas.
Todavía necesitábamos más de $2 millones de dólares.
Me quedé preguntándole al Señor: “¿Qué se supone que hagamos? ¿Fritar pescado? ¡No hay suficientes peces en el mundo!”
El Señor me respondió: Encuentra a alguien que esté construyendo una iglesia y averigua qué le pasa. Toma lo que tienes en el banco, y ofréndaselo.
Ahora bien, si estás bajo la influencia del espíritu de Mammon, eso no sucederá.
Pero ya habíamos tomado la decisión de ser guiados por el Espíritu de Dios. Nos mantuvimos firmes en Proverbios 3:9 y estábamos determinados a “Honrar al Señor con nuestras riquezas y con lo mejor de toda nuestra producción» (NTV). Así que, encontramos una iglesia en crecimiento y vaciamos nuestra cuenta. Diez días después, teníamos más de lo que necesitábamos. ¡Nuestro edificio no solo fue orado, sino que también pagado! Estábamos decididos a confiar en Él, y Él proveyó.
Lidiando con la doctrina
Podrías decir: “Sé que la Biblia dice que Él suplirá nuestras necesidades, ¡pero necesito el dinero ahora!”
Dios ya lo sabe.
Lo que no quieres permitir es que Mammon gobierne tus pasos. Dios quiere que veas las cosas de manera diferente a como las ve el mundo. Pedro lo aprendió por las malas. Cuando Jesús le dijo a Pedro que su muerte y resurrección estaba cerca, Pedro no quiso escucharlo, y el Señor lo reprendió de inmediato. «Jesús se dirigió a Pedro y le dijo: —¡Aléjate de mí, Satanás! Representas una trampa peligrosa para mí. Ves las cosas solamente desde el punto de vista humano, no desde el punto de vista de Dios.» (Mateo 16:23, NTV).
Cuando el dinero escasee, lleva a cabo una auditoría espiritual. Pregúntate: ¿Cómo estoy viendo mi dinero? ¿Desde un punto de vista humano, o desde el punto de vista de Dios?
Recuerda: el día en que naciste de nuevo dejaste de ser un mero ser humano. Te convertiste en un ser sobrenatural. Hay algo en ti que es asombroso, poderoso y, cuando le hablas a una montaña, tiene que moverse. Hay ciertas cosas que no tienes que tolerar. Si la gripe te golpea, recuerda que eres sobrenatural. Puedes elevarte por encima de lo que dice lo natural. Si el banco dice que tu cuenta está vacía, concéntrate en lo que Dios te ha dicho. Declara la Palabra. Mantente firme en Sus promesas. No te sometas al espíritu de Mammon, pensando que necesitas ser completamente autosuficiente, confiado solo en lo que puedas hacer.
Todo se resume en lo siguiente: Lidiar con el espíritu de Mammon no solo tiene que ver con tus finanzas. También debes lidiar con tu doctrina. Mammon quiere que te alejes del evangelio y de lo que crees. Quiere que confíes solo en ti mismo y en tus habilidades. Quiere que vuelvas a operar como un simple ser humano, como la persona que era antes de ser salvo.
Pero, ¡esa ya no es tu identidad!
Pon a Dios de piloto
Es hora de que hagas una auditoría espiritual.
¿Cómo estás usando tus recursos mundanos? ¿Estás confiando en Dios y siendo guiado por Él, o estás confiando en tu cuenta bancaria o en tus propias habilidades? ¿Te está guiando el Espíritu de Dios o el espíritu de Mammon? ¿Ha tomado el dinero el asiento del piloto en tu vida, o es lo último en lo que piensas?
Si hay algún área en tu vida donde Dios no esté en la cabina del piloto, haz algunos cambios ahora mismo. Estamos a punto de experimentar una explosión de la gracia en todo el mundo, y no querrás al piloto equivocado al mando. Querrás estar completamente sometido a Dios como el ser sobrenatural que Él creó y espera que seas.
Dios tiene para ti cosas más importantes de las que puedas imaginarte. Es hora de confiar en Él por todo. V